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Re: Sangue? Sim ou não?
Escrito por: Alef (IP registado)
Data: 30 de June de 2005 03:41

Talvez possa ser útil ver as definições de Dionisio Llamazares, professor catedrático de «Direito Eclesiástico do Estado», na Universidade Complutense de Madrid e que é bastante respeitado e citado nestas temáticas:

• Estado confessional é aquele que privilegia uma ou várias religiões.

• Estado laico é o que permanece neutral diante das mismas,

• Estado laicista é o que as persegue ou as submete a situações de inferioridade ou desvantagem.

Alef

Re: Sangue? Sim ou não?
Escrito por: Alef (IP registado)
Data: 30 de June de 2005 04:14

E já agora, como necessário complemento, permitam-me que deixe aqui um bom texto de uma bem conhecida filósofa do país vizinho: Adela Cortina. A propósito do caso do véu islâmico, mas de aplicação muito ampla. Estou de acordo com os pontos fundamentais deste artigo, que me parece esclarecer vários pontos aqui já tocados...

Neste texto que a seguir transcrevo e que deve ser lido devagarinho, os sublinhados são meus.

Depois proporei algo mais... Por agora já há muito a digerir...

Alef


Citação:
CONFESIONALISMO, LAICISMO, PLURALISMO

LA polémica del velo islámico, recurrente como el Guadiana, surge de tanto en tanto en sociedades con democracia liberal, y en los últimos tiempos ha llegado a tal grado de virulencia en el país vecino que sus dirigentes se han sentido obligados a promulgar una ley regulando, entre otras cosas, su uso. En España algunas voces se han alzado pidiendo que se imite a los franceses en algunas de sus propuestas, por entender que también aquí aumenta la población musulmana y que las escuelas públicas no son suficientemente laicas. Al hilo de la disputa urge recordar -creo yo- cuál es el núcleo de la cuestión, y desde dónde conviene aportar orientaciones que sean justas con la realidad social. Y no sólo porque suele suceder con el tiempo que los lodos vienen de polvaredas que se levantaron sin razón, sino porque actuar de acuerdo con la naturaleza de la realidad social es de justicia.

El problema se plantea en países con democracia liberal, sean o no de tradición republicana, y se plantea en ellos justamente porque el liberalismo político, si se lo toma en serio, exige que todos los ciudadanos sean tratados con igual consideración y respeto, que la vida compartida se articule de tal forma que no se sientan unos tratados como ciudadanos de primera y otros como ciudadanos de segunda.

Es ciudadano aquél que es su propio señor junto a sus iguales en el seno de la comunidad política, y esta noción de ciudadanía resulta ser revolucionaria: exige asegurar a todos los ciudadanos una base de igualdad tal que les permita llevar adelante sus planes de vida, siempre que no impidan a los demás hacer lo propio; no cortarlos a todos por el mismo patrón, sino garantizar esa igualdad cívica desde la que puedan desarrollar libremente sus proyectos vitales.

Ocurre, sin embargo, y aquí topamos a mi juicio con el nudo gordiano de la cuestión, que la ciudadanía igual se puede entender al menos de dos modos, según se interprete la idea de igualdad, como ciudadanía simple o como ciudadanía compleja. De entenderla de una forma u otra se siguen consecuencias incalculables.

En el primer caso se trata a los ciudadanos como iguales cuando se eliminan todas las diferencias de religión, cultura, raza, sexo, capacidad física y psíquica, tendencia sexual, y nos quedamos con un ciudadano sin atributos. Reconocer, por el contrario, una noción compleja de ciudadanía implica aceptar que no existen personas sin atributos, sino gentes cuya identidad se teje con los mimbres de su religión, cultura, sexo, capacidad y opciones vitales, y que, en consecuencia, tratar a todos con igual respeto a su identidad exige al Estado no apostar por ninguna de ellas, pero sí tratar de integrar las diferencias que la componen.

Entender la ciudadanía al modo simplista implica esforzarse por borrar las diferencias en la vida pública, mientras que entenderla como compleja exige intentar gestionar la diversidad, articulándola.

En lo que hace a la religión en concreto, históricamente se han ido perfilando -a mi juicio- tres modelos de Estado, dos de los cuales optan por el simplismo, por eliminar diversidades que dificultan la gestión de la vida pública, y son el modelo confesional y el laicista, mientras que el tercero asume que la realidad social es compleja y como compleja hay que tratarla. Es el Estado laico, que se esfuerza por gestionar una sociedad pluralista.

En efecto, el Estado confesional se compromete oficialmente con una religión determinada, con lo cual quienes optan por ella son tratados como ciudadanos de primera y los demás quedan relegados al papel de ciudadanos de segunda. Pero lo mismo ocurre con el Estado laicista, aunque en versión contraria, que se empeña en borrar de la vida pública cualquier símbolo religioso, como si fuera algo obsceno que hay que recluir en la vida privada, condenando a los creyentes de distintas religiones a la ciudadanía de segunda división. Ciertamente, en España hemos vivido décadas de confesionalismo y en los «Países del Este» vivieron décadas de laicismo, y la experiencia no ha sido positiva en ninguno de los dos casos, porque ambos matan la vida al intentar mutilar la diversidad de la realidad social.

Pero existe una tercera forma de Estado, el Estado verdaderamente laico, que no apuesta por una religión determinada ni por borrarlas a todas de la vida pública, sino que intenta articular institucionalmente la vida compartida de tal modo que todos se sientan ciudadanos de primera, sin tener que renunciar a la expresión de sus identidades. Es, creo yo, la forma de Estado coherente con una sociedad pluralista, en que las gentes llevan el bagaje de distintas culturas, lenguas, capacidades desde las que se identifican, pero también de distintas religiones o de ninguna de ellas. Y precisamente porque la identidad se teje desde la diversidad, el Estado laico y la sociedad pluralista asumen como irrenunciable la cuidadosa construcción de una ciudadanía compleja en lo que se refiere a las distintas dimensiones de la identidad personal.

Es ésta sin duda una tarea difícil y delicada, que precisa tanto el concurso del Estado como el de la sociedad civil para llevarse adelante con éxito. Del Estado requiere neutralidad, no entendida como distanciamiento de todas las creencias, sino como la negativa a optar por una de ellas en detrimento de las demás, pero a la vez como compromiso activo en la labor de articular de tal modo las instituciones públicas que todos los ciudadanos puedan expresar serenamente su identidad. La sociedad civil, por su parte, debería ir incorporando esa virtud central en el mundo pluralista que es el respeto activo, el hábito de respetar activamente las creencias o no creencias religiosas que, aunque no se compartan, sean respetables. No todas las opciones son respetables, sí lo son las que comparten los mínimos de justicia propios de una ética cívica, comprometida con la igual dignidad de las personas.

Privatizar las religiones y las distintas morales no es la solución, porque las gentes tienen derecho a expresar su identidad en público, siempre que no atente contra los mínimos de la ética cívica. Tampoco es buena consejera en este negocio la «heurística del temor», la tendencia a agitar el espantajo del fundamentalismo para reprimir cualquier expresión de fe religiosa, identificando «religión» con «fundamentalismo» y tirando al niño con el agua de la bañera. Ni es de recibo asustar al mundo occidental con la especie de que el musulmán trae convicciones fuertes con las que nos van a avasallar, no por el valor de lo creído, sino por la fuerza de la convicción. Da la impresión de que más que a otra cosa tememos a nuestra propia «falta de fe» en el valor de la dignidad personal, en la necesidad urgente de proteger los derechos de todos los seres humanos. Más que a otra cosa tememos a nuestra anemia en convicciones morales, que necesita dosis ingentes de vitaminas.

La tarea del orfebre, que intenta engarzar las piedras con paciencia y esmero, es la que ha de asumir el Estado laico. El respeto activo a quien piensa de forma diferente es la virtud de una sociedad civil realmente pluralista. Pero también las religiones tienen que hacer sus deberes, y en vez de intentar avasallar o presentarse como armas arrojadizas, enterarse de una vez por todas que la opción de fe es radicalmente personal, que nadie puede imponerla. Que sólo desde la libertad puede invitarse a ella, como sólo desde la libertad puede aceptarse.


ADELA CORTINA,
Catedrática de Ética y Filosofía Política Universidad de Valencia
apud «Federación de Enseñanza de CC.OO.»


Re: Sangue? Sim ou não?
Escrito por: catolicapraticante (IP registado)
Data: 30 de June de 2005 07:26

Caro amigo Moisés

Recomendo vivamente a leitura de qualquer manual básico da História do Direito ( Do 1º ano), Direito Penal, e Direito Processual Penal, a propósito da questão da Evolução do conceito das Penas e da fundamentação do fim das penas cruéis e das penas de morte...
Lá se vai a fantasia de que esta evolução não resulta directamente do Iluminismo, do liberalismo e da Revolução Francesa, tão anatemizadoa pela Igreja Católica ( e bizarramente, ainda hoje, por alguns padres com saudades medievais) , que, pelos vistos, durante tantos séculos foi indiferente aos valores cristãos...


Quanto aos restantes amigos foristas, concordo com ao Alef a propósito gradação e da matização de certos conceitos como o Estado Confessional e Estado Laico.

Mas permitam-me uma precisão.

Quando se fala em Estado Confessional, utiliza-se esta expressão no sentido em que o Estado é controlado (subordinado) a uma determinada religião – sistema religioso, líderes religiosos.

Ora a Europa protestante, é marcada, não por Estados Confessionais, mas por "Igrejas Estatais", ou seja, é o Estado que controla plenamente a Igreja Nacional ( e, nalguns casos, o Estado até inventou uma Igreja à sua medida, de acordo com os seus interesses políticos e privados, que é o princípio histórico do aparecimento do anglicanismo, em Inglaterra) ... ( Esta noção está muito bem expressa na definição aqui postada pelo Alef , de Established Church – que inclui a noção de que "The church is not free to make changes in such things as doctrine, order, or worship without the consent of the state.", coisa que obviamente nãio pode ser aplicada `Grécia, que tem uam religião oficial...

Ver ainda [www.aidh.org]

De qualquer forma, concordo com o Alef que, no seu artigo em espanhol sugere as seguintes definições:

"En efecto, el Estado confesional se compromete oficialmente con una religión determinada, con lo cual quienes optan por ella son tratados como ciudadanos de primera y los demás quedan relegados al papel de ciudadanos de segunda."


Esta definição significa claramente que um Estado Confessional não é nem pode ser um Estado Democrático, pois viola os direitos humanos fundamentais.

Claramente não é isso que acontece em Inglaterra, Noruega ou mesmo na Grécia, que são países Democráticos, embora tenham religiões oficiais, isto é, o Estado reconhece a importância de um certo tipo de sistemas religiosos mas não lhe está subordinado e conserva plenamente a sua potestas e Autoridade.

Ao contrário , o Estado Laico, " el Estado verdaderamente laico, que no apuesta por una religión determinada ni por borrarlas a todas de la vida pública, sino que intenta articular institucionalmente la vida compartida de tal modo que todos se sientan ciudadanos de primera, sin tener que renunciar a la expresión de sus identidades"

Ou seja, só num Estado verdadeiramente Laico existe Democracia, Cidadania e Liberdade Religiosa...

Permita-me pois o Alef que utilize as definições que aqui postou e que são comummente aceites em Direito Internacional e Ciência Política:

1 - Estado confessional é aquele que privilegia uma Religião e que persegue ou submete a situações de inferioridade ou desvantagem os cidadãos que não a professar. ( Por exemplo o Irão, Emiratos Àrabes, Afeganistão) ;

2 - Estado Laico é o que permanece neutral diante das mesmas;

3 - Estado laicista é o que persegue ou submete a situações de inferioridade ou desvantagem quem professar uma religião. ( Por exemplo, a China)

Nesta perspectiva, não existem na Europa Ocidental nenhum Estado Confessional ou Estado Laicista.

Deixo aqui Um extracto dum Discurso do Nosso Cardeal Patriarca:

"Refiro, em primeiro lugar, o avanço, ainda que lento e tímido, dos sistemas democráticos como quadro organizativo das sociedades. Não são sistemas perfeitos; precisam, continuamente, de se aprofundar pela cultura, de se aperfeiçoar pela experiência do diálogo. Mas oferecem o único enquadramento experimentado para respeitar o pluralismo, defender o indivíduo na sua dignidade, corrigir as assimetrias, promover projectos de desenvolvimento em que todos participem.

As sociedades democráticas, em nome do pluralismo, não podem, normalmente, ser servidas por Estados confessionais. "

Saudações a todos

Re: Sangue? Sim ou não?
Escrito por: catolicapraticante (IP registado)
Data: 30 de June de 2005 07:42

Nota Final - Penso que uma das grandes influências do pensamento cristão na construção dos Estado Modernos na Europa é precisamente o princípio do laicismo de tradição francesa, a saber, a separação entre Igreja e Estado como fundamental para a plena igualdade dos cidadãso em matéria de liberddae religiosa..

Na esteira aliás das palavras de Jesus cristo, que confrintado com o mesmo dilema (Poder Político do Estado versus Poder da Religião) afirmou :

" Dai a César o que é de César e a Deus o que é de deus"

Re: Sangue? Sim ou não?
Escrito por: Moises (IP registado)
Data: 01 de July de 2005 01:07

Cara catolicapraticante

Desculpe a minha falta de tempo, apenas li o seu texto na obliqua, no entanto concordo com quase tudo. Apenas lembro que:
Um catolico não pode ascender ao trono Ingles. A lei obriga a que seja Anglicano. O Anglicanismo é a religião do estado ingles. Ainda hoje os catolicos em Inglaterra são cristãos de segunda, não podem ocupar cargos de destaque na Administração publica, apenas Anglicanos.
E Reino Unido é uma democracia....
Lembro a Russia, onde o Patriarca Ortodoxo identifica a Igreja Russa com o País, recusando qualquer intervenção de outras confissoes.
Espero ter mais tempo amanha.....

Re: Sangue? Sim ou não?
Escrito por: Alef (IP registado)
Data: 01 de July de 2005 15:11

Bem a propósito!

Alef

Citação:
França assinala 100 anos de separação entre Igreja e Estado

A França assinala no próximo dia 3 de Julho os 100 anos de separação entre Igreja e Estado, votada pela Câmara dos deputados, um passo fundamental de uma laicidade cujas bases permanecem intactas praticamente até hoje.

A lei da separação foi um acontecimento traumatizante para a Igreja Católica no país, tendo provocado a ruptura das relações diplomáticas com o Vaticano.

Cem anos depois, os Bispos católicos da França manifestaram o seu desejo de que no país se desenvolva uma “laicidade de diálogo”, considerando que a mesma é, por natureza, “pluralidade e diversidade”.

Numa nota de imprensa publicada após a assembleia plenária da Conferência Episcopal Francesa (CEF), os prelados referem que a lei de 1905 não deve ser mudada. “A nossa concepção de laicidade não é de exclusão, mas, pelo contrário, de diálogo”, explicou o presidente da CEF, D. Jean-Pierre Ricard.

“A laicidade não é a criação de um espaço neutro, onde seria preciso esconder a religião. A Igreja opõe-se a concepções radicais da laicidade, aquilo que chamamos de laicismo”, acrescentou.

Fazendo uma análise da evolução das relações entre a Igreja e o Estado nestes 100 anos, o Arcebispo Ricard congratulou-se pela passagem de “relações extremamente conflituosas a relações mais serenas e apaziguadas”.

O Vaticano e a CEF partilham a preocupação perante algumas “interpretações radicais” da laicidade, que revelam uma abordagem negativa ao fenómeno religioso e a vontade de relegar a influência social da religião ao contexto privado.

Octávio Carmo
[com a devida vénia!]
«Agência Ecclesia», 2005-07-01


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